
7 claves fundamentales para sanar tus finanzas
En el colegio, en la universidad, en la casa, en centros de estudio, nos han enseñado muchas cosas: ciencia, filosofía, matemáticas, valores, deportes, cultura general, conocimientos básicos; pero no nos enseñaron cómo manejar el dinero.
En este artículo, te ofrecemos 7 elementos que desde finanzas emocionales consideramos básicos y fundamentales, para lograr establecer unas finanzas sanas:
1. Pregúntate por tu relación con el dinero.
El tipo de relación que tengas con el dinero, es algo que se ha venido construyendo con los años, incluso que se ha transferido en tu familia de generación en generación. Si revisas tu historia personal, probablemente te encuentres con una serie de frases que han generado creencias en ti, que limitan tu relación con el dinero:
“Yo soy pobre pero honrado”, “¿usted cree que yo tengo un árbol donde crece el dinero?, “Trabaje duro para que sepa lo que es ganarse el dinero”, “Lávese las manos que tocó plata”, “El que nada debe, nada tiene” ; son frases que escuchamos cotidianamente y que provienen de tu familia y de tu entorno y de alguna manera te están condicionando a pensar que el dinero es escaso, difícil de ganar, que no te mereces la prosperidad financiera y que si no te endeudas no vas a conseguir nada en la vida.
Todas estas creencias limitantes alrededor del dinero, sumadas al ejemplo o los comportamientos que observaste de tu familia y de tus ancestros, son determinantes en tu salud financiera.
Si por ejemplo creciste en una familia con tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres pobres, que siempre estuvieron preocupados por la escasez y angustiados por llegar a fin de mes pagando todas sus obligaciones; es muy probable que tu tendencia sea a repetir este patrón.
Si en tu familia te repitieron como un mantra que eran pobres pero honrados, probablemente se te quedó afincada la creencia de que tener dinero es de pícaros y deshonestos y por eso cada que obtienes algo de plata, buscas la manera inconsciente de deshacerte de ella y te conviertes en un gastón compulsivo que no sabe ahorrar y mucho menos invertir.
Al entender, aceptar y hacer consciente el origen de esa relación con el dinero, estás preparado para el siguiente paso, en el que vas a modificarla
2. Toma el control de tu dinero haciendo un buen presupuesto.
Hacer un presupuesto no se trata de escribir en una aplicación o en un papel lo que te gastaste. Ese es un post supuesto en el que primero gastas y luego escribes, cuando probablemente ya hiciste un mal uso de tu dinero.
Un buen presupuesto es aquel que le dice a tu dinero a dónde debe ir, antes de que llegue a tu poder. Para lograrlo, es necesario tener muy claros los gastos y obligaciones; pero no solo los mensuales fijos como el arriendo, mercado, servicios públicos, salud, colegios, transporte – entre otros-. También es necesario incluir aquellos gastos fijos que se pagan anualmente o cada cierto tiempo como el seguro vehicular, cambio de llantas, los impuestos trimestrales o periódicos, la matrícula anual de los colegios de tus hijos, las suscripciones a medios de comunicación – entre otros-.
Estos gastos periódicos se deben dividir en pagos mensuales, no para visualizarlos simplemente en un archivo, sino para apartar cada mes ese dinero en un bolsillo del app de tu banco, guardarlo en un fondo de inversión, o en cualquier vehículo de ahorro que te permita tener ese dinero separado, lejos de las posibilidades de gastarlo.
Otro elemento importante de un buen presupuesto, es el rubro de los gastos emocionales o innecesarios. Esto para racionalizar esos gustos mensuales y poder decir NO cuando definitivamente ya no es prudente seguir gastando en aquello que no necesites y mucho menos sacar avances de tarjeta de crédito o acudir a préstamos de terceros que muy probablemente te cojan ventaja y termines descuadrado financieramente.
Y sin lugar a dudas, el elemento más importante de un buen presupuesto, deberá ser el ahorro. No se trata de ahorrar lo que te sobra, sino de primero ahorrar y gastar lo que te quede después de ahorrar. Este es un tema de prioridades: priorizar los gastos fundamentales para vivir. Después de eso el ahorro tiene que ser tu prioridad y de la misma manera que reservas para los gastos periódicos – no mensuales-, reservas el ahorro en un sitio que te genere rentabilidad. El ahorro debería ser tan importante, como si de eso dependiera tu propia vida o la vida de tus hijos.
Si definitivamente tus ingresos ni siquiera alcanzan a cubrir tus obligaciones básicas, o si tus ahorros son muy precarios, te invitamos a continuar al siguiente paso:
3. Genera nuevas fuentes de ingreso.
Absolutamente todos los seres humanos tenemos la capacidad de generar nuevos ingresos (si al leer esto crees que no tenemos razón, revisa el punto uno). Esto se logra cambiando la pregunta que habitualmente te haces, que suele ser: ¿Qué hago para ganar dinero?. Cambia la fórmula y pregúntate ¿Para qué soy bueno? y… eso para lo que soy bueno ¿a quién le puede servir?.
Si lo que buscas es sólo ganar dinero, probablemente ya empezaste a perderlo, porque terminarás haciendo cosas para las que no eres bueno, ni te apasionan y que se convertirán en una carga para ti, o lo que es peor, serás susceptible de caer en estafas y especulaciones financieras.
Si cambias la pregunta como te lo proponemos, encontrarás el punto de intersección entre tu talento y la necesidad de otras personas. Unir estos dos elementos, te permitirá lograr que ese talento tenga valor para las personas y que el dinero llegue a ti como consecuencia lógica de esa ecuación.
Ese nuevo ingreso que generes a partir de tu talento, tus habilidades y preferencias, es el que podrás ahorrar para seguir con el siguiente elemento.
4. Haz un buen uso de tus ahorros.
Nuevos ingresos no pueden significar nuevos gastos. En este punto lo primero que te recomendamos es que revises tus deudas. Antes de invertir tus ahorros en cualquier vehículo financiero, invierte en pagar tus deudas malas. Y ¿cuáles son esas deudas malas?. Por ejemplo, las de la tarjeta de crédito, o créditos con unas tasas muy altas que están por encima del valor de la inflación.
Piensa que abonar al capital de tu deuda, es tu mejor inversión, porque con esto te vas a ahorrar 30 o 35% de intereses que es la tasa en la que actualmente están algunos créditos debido al fenómeno inflacionario mundial. Piensa en lo que significa una inversión: se trata de usar un dinero hoy, esperando ganancias en el futuro. En este caso, cuando pagas tus deudas malas, usas un dinero hoy, para evitar gastar muchísimo más dinero en el futuro. Pagar tus deudas malas, es como si invirtieras ese dinero de la misma forma y a la misma tasa que lo invierte un banco.
Pero ten cuidado, no todas las deudas son malas y no todos los abonos a capital son una buena inversión. Si tu deuda está a tasas por debajo de la inflación y además las adquiriste para comprar activos como propiedad raíz, negocios propios o cualquier elemento que te produzca el dinero para pagar la deuda; olvídate de pagar rápidamente. En ese caso es mejor que lo que abonarías a la deuda, lo inviertas y obtengas mejores rendimientos sin afán de pagar al banco. Sobre en qué y cómo invertir, hablaremos en otro artículo que pronto te compartiremos, porque antes de empezar a invertir, es importante que sigas al siguiente paso.
5. Establece un fondo de reserva.
Este paso no es una camisa de fuerza. Para nosotros más que la obligatoriedad de tener guardada la plata para sobrevivir algunos meses sin necesidad de trabajar, lo importante es tener una buena historia financiera, mantener tu score de crédito y ser organizado financieramente. Porque cuando esto ocurre, tu reserva y mejor aliado, pueden ser los bancos en el momento en el que los necesites.
Si tienes un buen manejo de tus créditos, estabas haciendo abonos al capital periódicamente y estás disminuyendo tu deuda, si ocurre una emergencia tienes la puerta abierta para llamar al banco y pedirle ayuda y por tu buen comportamiento crediticio, podrás acceder a las mejores tasas y condiciones.
Guardar la plata por si algo ocurre, puede también suponer ciertos riesgos, pues habitualmente las cuentas de ahorro o la parte posterior del colchón, no te van a permitir que tu dinero gane valor en el tiempo. Antes de empezar a crear tu fondo de reserva, recuerda organizar y pagar tus deudas malas.
Aún así, sí te recomendamos que si no tienes deudas malas y ya adquiriste la posibilidad de ahorrar, establezcas ese fondo de reserva, pero no un fondo estático que se deprecie. Para esto, establece un presupuesto de emergencia, un documento en el que consignas tus gastos más esenciales, el dinero con el que podrás sobrevivir sin ningún tipo de lujos, compras, gustos o gastos adicionales a los que supone estar vivo en una sociedad como la nuestra. Define cuánto es lo que necesitas para sobrevivir mínimo 3 meses. Ese dinero lo deberías tener disponible, más o menos a la vista para poder disponer de él en caso de que sí llegue una emergencia; pero no bajo el colchón, pues existen muchas opciones que te permitirán tener ese dinero rentando al menos el valor del dinero en el tiempo que es en últimas, el valor de la inflación.
¿Cómo? puede ser en un CDT a uno o dos meses, o un en un fondo de inversión colectiva que se pueda retirar en cualquier momento (un fondo a la vista), o si lo prefieres en efectivo que sea en una moneda fuerte que preserve el valor como el Dólar, el Euro o las Libras. También puedes adquirir oro certificado que es un bien que ha demostrado preservar su valor aun en épocas de crisis, pero eso sí, te aclaramos en este punto que absolutamente todas las inversiones tienen riesgos y que nuestros consejos son sólo nuestras apreciaciones, pero no un mandato, ni la última palabra en inversiones, pues el riesgo siempre estará latente.
6. Aprende a decir “No, gracias”.
Especialmente a esas cosas por las cuales no ocurre absolutamente nada si no las aceptas. Si tus amigos te invitan a encontrarse un restaurante caro, a un viaje o a una fiesta; si te llaman para que adquieras un mejor plan de celular o internet, si te antojas de un par de zapatos en el centro comercial y son elementos que no están en tu presupuesto, recuerda que ya estableciste unas prioridades y que no pasa nada si no haces ese gasto.
En este punto es importante que te preguntes ¿Cuál es la necesidad real? Suplir esa necesidad con seguridad no te va a costar dinero, porque en el centro de esos gastos están las necesidades profundas como el encuentro amoroso con los otros, las conversaciones liberadoras, la necesidad de aceptación o de significación que cada uno de nosotros tiene, y esas necesidades no se suplen con nada material. El dinero en esos casos se convierte en un sucedáneo que no puede suplir lo realmente fundamental en tu vida.
No pierdas las prioridades de vista, que si las pierdes, comenzarás a justificar esos gastos innecesarios. Si tu prioridad es sanar tus finanzas, tendrás que cambiar tus hábitos. Si te encuentras en el punto en el que tienes tus finanzas desorganizadas, deudas, tarjetas de crédito a reventar, estás sufriendo para llegar a fin de mes; es porque no tuviste las finanzas como una prioridad y priorizaste el gasto por encima de tu salud financiera, algo que lo único que logra hacer, es enfermarte. El estrés financiero mata.
7. Haz buen uso de los créditos y de las tarjetas de crédito.
No sabemos usar los créditos, ni entendemos ni conocemos cómo funcionan. Términos como tasas de interés, inflación, tasas variables, son extraños para la mayoría de nosotros, y aún así, aunque no las conozcas, rigen tu vida financiera.
Un fenómeno reciente en el mundo, ocurrió durante la pandemia, cuando los bancos comenzaron a ofrecer créditos con tasas muy bajas de interés porque el consumo había bajado enormemente.
Los bancos sabían lo que estaba pasando y también sabían que a la mayoría de las personas, que son analfabetas financieros, lo único que les importa al momento de tomar un préstamo, es cuánto es el valor de la cuota y si el dinero que ganan mensualmente les alcanza para pagarla. Por eso la gente comenzó a tomar créditos sin preguntar mucho ni leer la letra menuda, sin darse cuenta del veneno con el que los estaban adquiriendo: la tasa variable.
Luego de la pandemia, se generó un desorden en la economía porque los picos de consumo subieron muchísimo, se nos fue la mano y comenzamos a comprar, gastar y adquirir de todo. Esto inevitablemente generó el actual fenómeno inflacionario mundial, porque mucha gente quería comprar y las posibilidades de venta eran las mismas o incluso menores.
Si la inflación sube, las tasas de interés suben y si adquiriste un crédito en tasa variable, inmediatamente la tasa sube. Por eso hoy hay personas que tomaron créditos al 9% y los están pagando al 25% y 30%. Eso en términos concretos significa que se les triplicó su deuda y actualmente están atrapadas en un callejón sin salida, pues además la mayoría de esos créditos, prometían una cuota fija. Con el aumento de la inflación, lo que pagan de cuota fija apenas alcanza a cubrir los intereses, por lo que cuando revisan sus extractos, se dan cuenta que su deuda jamás baja su valor o se disminuye muy poco. Siendo así, una deuda que proyectaban pagar en 4 o 5 años, se va a demorar hasta 10 años en pagarla.
Deudas como la de la tarjeta de crédito, de los créditos de consumo, los créditos con tasa variable, son deudas que te atrapan en el tiempo. Entender bien cómo funcionan es indispensable para una buena salud financiera, para ello es necesario pasar al punto final.
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¿Quién te dijo que aprender de finanzas es aburrido?. Si das con un buen mentor, unos buenos contenidos y una dinámica ágil, educarte financieramente puede ser la mejor inversión de tu vida, porque será la puerta para que tú te aproveches del sistema, y no el sistema de ti.
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